Los Sūtras del Reconocimiento

La primera página de mi libro recientemente publicado, Los Sūtras del Reconocimiento: Traducción y explicación de ‘El Corazón de las Enseñanzas en torno al Reconocimiento de Uno mismo como Dios’  (Pratyabhijñā-hṛdayam):

            En el significado interior de Oṃ namaḥ shivāya

Oṃ namaḥ śivāya satataṃ pañca-kṛtya-vidhāyine |
cidānanda-ghana-svātma-paramārthāvabhāsine || 1 ||

¡Sí! Reverencia a la Divinidad, que sin cesar ejecuta los cinco Actos (creación, preservación, reabsorción, ocultamiento y revelación), y que al hacerlo, revela la realidad fundamental del propio Ser, que no es otra cosa que la Alegría de la Consciencia.

            Kṣemarāja comienza su obra con la auspiciosa palabra de namas,[1] “devoción”, “obediencia”, o bien ‘homenaje’, de la raíz nam, “reverencia”. Reverenciar representa tanto el comienzo como el final del camino espiritual; significa adoptar una actitud de humildad, reconocer la infinita majestad de la Divinidad. Es también admirarse ante el gran misterio, es el reconocimiento de que la propia mente, a pesar de todo su poder, no es más que la expresión más fugaz y efímera de la única Consciencia que impregna toda la realidad (ésta es la razón por la cual nos inclinamos cuando hacemos una reverencia). Es esa Consciencia divina el objeto de la devoción de Ksema: namaḥ śivāya, “devoción a Śiva”. En la tradición del Tantra Shivaíta No Dualista, el nombre Śiva (literalmente “benevolente”) denota la única Consciencia divina que todo lo abarca, y es tanto el terreno como la sustancia de la realidad entera.

            Kṣemarāja es un no dualista, por lo tanto, afirma que Śiva constituye la naturaleza esencial de cada ser consciente. Dentro de esta visión, no hay un “otro” ante el cual inclinarse, así que de acuerdo con la comprensión de Ksema, namaḥ śivāya significa “Fundir mi consciencia con mi propia naturaleza Divina”. Aquí, él considera namas como el equivalente de samāveśa, que en el Tantra shivaíta denota la experiencia de unidad con el Absoluto, o para ser más preciso, la experiencia de compartir el mismo Ser con Dios (se cree que esta experiencia surge a partir de la caída temporal de las falsas identificaciones con el cuerpo y la mente limitados, que obscurecen la verdadera realidad, que es la unidad). No tiene mucho sentido discutir en torno a la equivalencia de los términos namas y samāveśa, después de todo, ¿qué acto de reverencia hay mayor que el de fundirse con el objeto de devoción?, ¿qué acto de humildad puede ser más grande que el de disolver la idea de separación?, ¿qué obediencia mayor que la de reconocer que la Divinidad es lo único que realmente existe? Esta obediencia representa soltar todo aquello que te impide entregarte al Corazón mismo de tu naturaleza esencial.

            Inténtalo ahora mismo. Susurra con suavidad “Oṃ namaḥ śivāya. Le permito a mi consciencia que se funda con mi naturaleza divina real”. Inhala profundamente y date la oportunidad de abrirte al núcleo sagrado de tu ser. Atesora con quietud hasta el más mínimo atisbo, pero no le des demasiada importancia. En el momento en el que la experiencia ya no sea fresca, suéltala y regresa al libro.

[1] Namaḥ es una variante de la palabra namas (como en namaste).